Al menos 300.000 birmanos tomaron las calles de Rangún y de otras ciudades de Birmania (Myanmar) durante la mayor protesta llevada a cabo contra la Junta Militar desde la matanza de activistas demócratas perpetrada hace dos décadas por el régimen.
Las mayores manifestaciones tuvieron lugar en Rangún, la antigua capital, y en la norteña ciudad de Mandalay, la segunda más poblada del país, y en Pakokku, en la región central donde a principios de septiembre comenzó la rebelión de los monjes a raíz de la agresión sufrida por varios de ellos a manos de soldados. En respuesta a ese incidente y a la negativa de la Junta Militar a disculparse por el maltrato de los bonzos, la Alianza de Todos los Monjes de Birmania convocó para hoy una protesta nacional que fue secundada por activistas democráticos y decenas de miles de ciudadanos dispuestos a airear en público su descontento por primera vez tras varias décadas de represión. Unas 100.000 personas marcharon por las calles del centro de Rangún, una cifra similar en Pakokku y unas 120.000 en Mandalay, según testigos citados por diversos emisoras de radio y otros medios birmanos de la disidencia. La Junta Militar, que preside el general Than Shwe y que guarda un silencio poco común sobre lo que está ocurriendo en las calles de la empobrecida Birmania, tenía previsto mantener una reunión de urgencia en Napydaw, la nueva capital del país y la fortaleza que ingenieros norcoreanos construyeron a unos 400 kilómetros al norte de Rangún, indicó radio "Mizzima". En Mandalay, unos 20.000 monjes encabezaron la manifestación en la que participaron cerca de 100.000 civiles, y en Sittwe, capital del estado de Rakhine, fronterizo con Bangladesh, otros 20.000 bonzos marcharon por las calles sin que se produjeran incidentes. También se celebraron manifestaciones en ciudades como Masoeyein, Mya Taung, Bago, Monywa y Masoeyeih, que transcurrieron de forma pacífica, con los monjes entonando el salmo del "metta sutha" sobre la bondad y con los cuencos de recogida de ofrendas boca abajo en señal de protesta. La jornada de protestas multitudinarias fue precedida de una orden emitida a primeras horas de la mañana por la jerarquía de la institución budista de Birmania, sometida al control gubernamental, a todos los monjes para que regresasen a sus monasterios y pusiesen fin a la sucesión de protestas contra la Junta Militar. La mayoría de los bonzos que han participado en las marchas de protesta en Rangún y otras grandes ciudades a lo largo de una semana proceden de monasterios de localidades próximas y, tal y como establecen las normas del monacato, se han hospedado en las residencias religiosas de las urbes a las que se han trasladado. Las manifestaciones multitudinarias de hoy, otra jornada en la que las fuerzas de seguridad apenas se dejaron ver, se produjo un día después de que unas 20.000 personas, de nuevo encabezadas por monjes, marchasen por el centro de Rangún mostrando abiertamente su apoyo a la líder opositora y Premio Nobel de la Paz Aung San Suu Kyi, bajo arresto domiciliario desde junio de 2003. Tras muchos años de absoluto confinamiento, Suu Kyi apareció el pasado sábado en el umbral de su casa para rendir tributo a los monjes y a varios centenares de ciudadanos que sobrepasaron la barrera policial que impide a la gente acercarse a la vivienda de la líder de la Liga Nacional por la Democracia (LN), la única formación que resiste a la fuerte presión del régimen.
Las mayores manifestaciones tuvieron lugar en Rangún, la antigua capital, y en la norteña ciudad de Mandalay, la segunda más poblada del país, y en Pakokku, en la región central donde a principios de septiembre comenzó la rebelión de los monjes a raíz de la agresión sufrida por varios de ellos a manos de soldados. En respuesta a ese incidente y a la negativa de la Junta Militar a disculparse por el maltrato de los bonzos, la Alianza de Todos los Monjes de Birmania convocó para hoy una protesta nacional que fue secundada por activistas democráticos y decenas de miles de ciudadanos dispuestos a airear en público su descontento por primera vez tras varias décadas de represión. Unas 100.000 personas marcharon por las calles del centro de Rangún, una cifra similar en Pakokku y unas 120.000 en Mandalay, según testigos citados por diversos emisoras de radio y otros medios birmanos de la disidencia. La Junta Militar, que preside el general Than Shwe y que guarda un silencio poco común sobre lo que está ocurriendo en las calles de la empobrecida Birmania, tenía previsto mantener una reunión de urgencia en Napydaw, la nueva capital del país y la fortaleza que ingenieros norcoreanos construyeron a unos 400 kilómetros al norte de Rangún, indicó radio "Mizzima". En Mandalay, unos 20.000 monjes encabezaron la manifestación en la que participaron cerca de 100.000 civiles, y en Sittwe, capital del estado de Rakhine, fronterizo con Bangladesh, otros 20.000 bonzos marcharon por las calles sin que se produjeran incidentes. También se celebraron manifestaciones en ciudades como Masoeyein, Mya Taung, Bago, Monywa y Masoeyeih, que transcurrieron de forma pacífica, con los monjes entonando el salmo del "metta sutha" sobre la bondad y con los cuencos de recogida de ofrendas boca abajo en señal de protesta. La jornada de protestas multitudinarias fue precedida de una orden emitida a primeras horas de la mañana por la jerarquía de la institución budista de Birmania, sometida al control gubernamental, a todos los monjes para que regresasen a sus monasterios y pusiesen fin a la sucesión de protestas contra la Junta Militar. La mayoría de los bonzos que han participado en las marchas de protesta en Rangún y otras grandes ciudades a lo largo de una semana proceden de monasterios de localidades próximas y, tal y como establecen las normas del monacato, se han hospedado en las residencias religiosas de las urbes a las que se han trasladado. Las manifestaciones multitudinarias de hoy, otra jornada en la que las fuerzas de seguridad apenas se dejaron ver, se produjo un día después de que unas 20.000 personas, de nuevo encabezadas por monjes, marchasen por el centro de Rangún mostrando abiertamente su apoyo a la líder opositora y Premio Nobel de la Paz Aung San Suu Kyi, bajo arresto domiciliario desde junio de 2003. Tras muchos años de absoluto confinamiento, Suu Kyi apareció el pasado sábado en el umbral de su casa para rendir tributo a los monjes y a varios centenares de ciudadanos que sobrepasaron la barrera policial que impide a la gente acercarse a la vivienda de la líder de la Liga Nacional por la Democracia (LN), la única formación que resiste a la fuerte presión del régimen.
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