BANGKOK, 15 oct (IPS) - Al lanzar su más reciente misión diplomática, el enviado especial de la ONU para Birmania reclamó con firmeza a los gobiernos de Asia sudoriental asumir el liderazgo hacia la solución de la crisis que azota a ese país, sometido a una dictadura militar.
Ibrahim Gambari llegó a Bangkok el domingo para iniciar una nueva ronda de consultas. Tras reunirse con altos funcionarios tailandeses durante dos días, se dirigió a Malasia e Indonesia. Desde entonces seguirá rumbo a países cercanos a la región, como China, India y Japón. Gambari había visitado Singapur a fines de septiembre en una misión de emergencia, mientras el régimen birmano reprimía a sangre y fuego a miles de monjes budistas desarmados y civiles que protestaban pacíficamente en las calles. Si a la ONU (Organización de las Naciones Unidas) y los gobiernos de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (Asean) les quedaba alguna duda sobre el impacto de las incursiones diplomáticas, los días que transcurrieron desde que abandonó Birmania, el 2 de este mes, fueron muy ilustrativos. La dictadura continuó arrestando y deteniendo a civiles y disidentes con participación central o marginal en las protestas callejeras cuyo punto culminante ocurrió el 25 de septiembre, antes de una sangrienta ofensiva. Organizaciones opositoras calculan que el régimen detuvo a 2.000 personas, entre ellas monjes budistas, y que otras 200 fueron asesinadas por el ejército y la policía. Este lunes, tras reunirse con altos funcionarios de la cancillería tailandesa, Gambari expresó su desilusión por esta ofensiva represiva. "Esto va contra el espíritu de compromiso mutuo entre la ONU y Myanmar (nombre con el que la junta militar birmana denomina al país). Estas acciones deben parar de una vez", dijo a la prensa. Gambari también describió como "extremadamente perturbadora" a la constante serie de informes sobre intimidación e interrogatorios a líderes estudiantiles y a otros ciudadanos. Hasta ahora ha sido norma para los gobiernos del sudeste asiático cubrirse detrás de expresiones diplomáticas vagas en vez de lanzar críticas estridentes hacia un vecino y miembro de la Asean. Los cancilleres de la Asean, durante la semana de la ofensiva, se declararon "horrorizados de recibir informes en cuanto a que se estaban usando armas automáticas" y "reclamaron que el gobierno de Myanmar desista inmediatamente del uso de la violencia contra los manifestantes". La agrupación regional --que incluye a Birmania, Brunei, Camboya, Filipinas, Indonesia, Laos, Malasia, Singapore, Tailandia y Vietnam-- también urgió a la junta a "ejercer la máxima compostura y buscar una solución política". Desde entonces, los generales de Birmania están sujetos a más presiones internacionales. La mayor procedió del padre fundador y ex primer ministro de Singapur, Lee Kwan Yew. Entrevistado por el periodista estadounidense Tom Plate para el diario Bangkok Post, Lee dijo: "Estos son generales más bien tontos en lo relativo a la economía." "No puedo entender por qué creen que pueden mantener a su país aislado del mundo indefinidamente. No creo que puedan sobrevivir indefinidamente", agregó. Los puntos de vista de Lee reflejan la frustración de algunos gobiernos como los de Malasia, Filipinas e Indonesia. Este año se cumplen 10 años desde que la Asean invitó a Birmania a integrarse al bloque. Lee fue fundador del bloque, creado en 1967. El modelo establecido por Lee y sus pares --que la Asean no interfiera en los asuntos internos de un miembro-- continúa respetándose. "Durante 10 años, el régimen militar birmano fue una piedra en la rueda de la Asean. Pero no se presionó a Birmania para producir un cambio", explicó en una entrevista Debbie Stothard, de la no gubernamental Red Alternativa de la ASEAN (Altsean). Sin embargo, "esta política fracasó de manera lamentable", agregó. La brutalidad en Birmania no podría haber llegado en peor momento para la Asean. El bloque prevé una cumbre para noviembre en Singapur, con el fin de aprobar la Carta del bloque, que lo transformará en una organización intergubernamental con aspiraciones de llevar la unidad regional a un nuevo nivel. "Pero ¿cómo pueden hacer reclamos para representar a esta región y conseguir que los otros lo crean, cuando vemos lo que está ocurriendo en Birmania?", preguntó retóricamente Stothard. "No sorprende que estén dispuestos a trabajar con Gambari para hallar una solución", opinó. En efecto, Singapur tiene sus propias razones para estar preocupado, dado que la rica ciudad-estado preside en este semestre la Asean. Su capacidad de liderazgo quedó bajo un intenso escrutinio luego que el mundo entero vio la escala de la represión en Birmania. "La misión de Gambari para trabajar con la Asean ayudará a fortalecer la imagen de Singapur como líder del bloque", dijo a IPS Sinapan Samydorai, del Think Centre, organización de defensa de la libertad de expresión con sede en ese país. Pero mientras los países de la Asean buscan soluciones, lo que no puede conciliarse son los límites que algunos países se impusieron a sí mismos respecto de la junta birmana. Después de todo, hay sustanciales vínculos económicos entre Birmania y los países ricos de la región. En 2004 y 2005, Singapur tenía en Birmania inversiones por valor de 1.570 millones de dólares, y Tailandia por 1.340 millones de dólares, según Altsean. Además, el comercio bilateral entre Birmania y Singapur ascendió en 2006 a 1.000 millones de dólares, mientras que entre Birmania y Tailandia fue de 3.700 millones de dólares. Tales vínculos económicos ayudaron a consolidar la relación entre la Asean y Birmania, pese a la brutal represión. Los gobiernos de la región ignoraron la preocupación de organizaciones locales e internacionales de derechos humanos a propósito de hacer negocios con una dictadura militar que eliminaba a su pueblo sin importarle las consecuencias. Las fuerzas armadas de Birmania, que ostentan el poder desde el golpe de Estado de 1962, rara vez cedieron a la presión internacional. La dictadura resistió con una brutal represión un levantamiento prodemocrático en 1988, que dejó unos 3.000 civiles muertos. En 1990, la junta se negó a reconocer el resultado de las elecciones parlamentarias, en las que la oposición triunfó por una amplia mayoría. "La Asean no puede ignorar más a Birmania. Ahora está en juego su credibilidad como organización", dijo a IPS desde Kuala Lumpur Teresa Kok, parlamentaria por el opositor Partido Acción Democrática de Malasia
Ibrahim Gambari llegó a Bangkok el domingo para iniciar una nueva ronda de consultas. Tras reunirse con altos funcionarios tailandeses durante dos días, se dirigió a Malasia e Indonesia. Desde entonces seguirá rumbo a países cercanos a la región, como China, India y Japón. Gambari había visitado Singapur a fines de septiembre en una misión de emergencia, mientras el régimen birmano reprimía a sangre y fuego a miles de monjes budistas desarmados y civiles que protestaban pacíficamente en las calles. Si a la ONU (Organización de las Naciones Unidas) y los gobiernos de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (Asean) les quedaba alguna duda sobre el impacto de las incursiones diplomáticas, los días que transcurrieron desde que abandonó Birmania, el 2 de este mes, fueron muy ilustrativos. La dictadura continuó arrestando y deteniendo a civiles y disidentes con participación central o marginal en las protestas callejeras cuyo punto culminante ocurrió el 25 de septiembre, antes de una sangrienta ofensiva. Organizaciones opositoras calculan que el régimen detuvo a 2.000 personas, entre ellas monjes budistas, y que otras 200 fueron asesinadas por el ejército y la policía. Este lunes, tras reunirse con altos funcionarios de la cancillería tailandesa, Gambari expresó su desilusión por esta ofensiva represiva. "Esto va contra el espíritu de compromiso mutuo entre la ONU y Myanmar (nombre con el que la junta militar birmana denomina al país). Estas acciones deben parar de una vez", dijo a la prensa. Gambari también describió como "extremadamente perturbadora" a la constante serie de informes sobre intimidación e interrogatorios a líderes estudiantiles y a otros ciudadanos. Hasta ahora ha sido norma para los gobiernos del sudeste asiático cubrirse detrás de expresiones diplomáticas vagas en vez de lanzar críticas estridentes hacia un vecino y miembro de la Asean. Los cancilleres de la Asean, durante la semana de la ofensiva, se declararon "horrorizados de recibir informes en cuanto a que se estaban usando armas automáticas" y "reclamaron que el gobierno de Myanmar desista inmediatamente del uso de la violencia contra los manifestantes". La agrupación regional --que incluye a Birmania, Brunei, Camboya, Filipinas, Indonesia, Laos, Malasia, Singapore, Tailandia y Vietnam-- también urgió a la junta a "ejercer la máxima compostura y buscar una solución política". Desde entonces, los generales de Birmania están sujetos a más presiones internacionales. La mayor procedió del padre fundador y ex primer ministro de Singapur, Lee Kwan Yew. Entrevistado por el periodista estadounidense Tom Plate para el diario Bangkok Post, Lee dijo: "Estos son generales más bien tontos en lo relativo a la economía." "No puedo entender por qué creen que pueden mantener a su país aislado del mundo indefinidamente. No creo que puedan sobrevivir indefinidamente", agregó. Los puntos de vista de Lee reflejan la frustración de algunos gobiernos como los de Malasia, Filipinas e Indonesia. Este año se cumplen 10 años desde que la Asean invitó a Birmania a integrarse al bloque. Lee fue fundador del bloque, creado en 1967. El modelo establecido por Lee y sus pares --que la Asean no interfiera en los asuntos internos de un miembro-- continúa respetándose. "Durante 10 años, el régimen militar birmano fue una piedra en la rueda de la Asean. Pero no se presionó a Birmania para producir un cambio", explicó en una entrevista Debbie Stothard, de la no gubernamental Red Alternativa de la ASEAN (Altsean). Sin embargo, "esta política fracasó de manera lamentable", agregó. La brutalidad en Birmania no podría haber llegado en peor momento para la Asean. El bloque prevé una cumbre para noviembre en Singapur, con el fin de aprobar la Carta del bloque, que lo transformará en una organización intergubernamental con aspiraciones de llevar la unidad regional a un nuevo nivel. "Pero ¿cómo pueden hacer reclamos para representar a esta región y conseguir que los otros lo crean, cuando vemos lo que está ocurriendo en Birmania?", preguntó retóricamente Stothard. "No sorprende que estén dispuestos a trabajar con Gambari para hallar una solución", opinó. En efecto, Singapur tiene sus propias razones para estar preocupado, dado que la rica ciudad-estado preside en este semestre la Asean. Su capacidad de liderazgo quedó bajo un intenso escrutinio luego que el mundo entero vio la escala de la represión en Birmania. "La misión de Gambari para trabajar con la Asean ayudará a fortalecer la imagen de Singapur como líder del bloque", dijo a IPS Sinapan Samydorai, del Think Centre, organización de defensa de la libertad de expresión con sede en ese país. Pero mientras los países de la Asean buscan soluciones, lo que no puede conciliarse son los límites que algunos países se impusieron a sí mismos respecto de la junta birmana. Después de todo, hay sustanciales vínculos económicos entre Birmania y los países ricos de la región. En 2004 y 2005, Singapur tenía en Birmania inversiones por valor de 1.570 millones de dólares, y Tailandia por 1.340 millones de dólares, según Altsean. Además, el comercio bilateral entre Birmania y Singapur ascendió en 2006 a 1.000 millones de dólares, mientras que entre Birmania y Tailandia fue de 3.700 millones de dólares. Tales vínculos económicos ayudaron a consolidar la relación entre la Asean y Birmania, pese a la brutal represión. Los gobiernos de la región ignoraron la preocupación de organizaciones locales e internacionales de derechos humanos a propósito de hacer negocios con una dictadura militar que eliminaba a su pueblo sin importarle las consecuencias. Las fuerzas armadas de Birmania, que ostentan el poder desde el golpe de Estado de 1962, rara vez cedieron a la presión internacional. La dictadura resistió con una brutal represión un levantamiento prodemocrático en 1988, que dejó unos 3.000 civiles muertos. En 1990, la junta se negó a reconocer el resultado de las elecciones parlamentarias, en las que la oposición triunfó por una amplia mayoría. "La Asean no puede ignorar más a Birmania. Ahora está en juego su credibilidad como organización", dijo a IPS desde Kuala Lumpur Teresa Kok, parlamentaria por el opositor Partido Acción Democrática de Malasia
No hay comentarios:
Publicar un comentario